Somos esclavos de esa
mirada, la necesitamos,
como al aire.
Hacemos cualquier cosa por
atraer esa mirada.
Intentamos ponernos en el
campo visual del otro,
quisiéramos tener un
reflector que nos ilumine,
quisiéramos brillar para ser mirados.
Lo curioso es que los ojos
que más nos obsesionan,
son aquéllos que no nos
pueden mirar.
La mejor mirada no es
la que se nos niega...
si no esa mirada que no
vemos,la que ignoramos,
distraídamente.Esa mirada
inesperada,fuera de todo
cálculo esa mirada que nos
ve cuando no nos sentimos mirados, y por lo tanto,nos mostramos mejor.
Todos somos como luces
apagadas, que sólo se encienden cuando alguien
las mira.
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